III Distress Call
25 Junio,
2005. 1 am
Los tres
chicos se encontraban en lo alto de la montaña admirando la lluvia de
estrellas. Habían comprado un poco de cigarrillos y vodka para soportar el frío
de la noche. A lo lejos se observaba una ciudad iluminada dónde parpadeaban las
pequeñas luces. La oscuridad de la montaña había ayudado a que el espectáculo
fuera aún más hermoso. Los tres chicos hablaban de cosas triviales, y reían a
grandes carcajadas.
-
Deberías
de salir más seguido Andrés. Te juro que necesitas conocer más mujeres –dijo en
tono burlón Said.
-
Cállate,
ya tu que estás casado y te perdimos. ¡Y ahora que vas a ser papá –Le respondió
Andrés que ya se encontraba bajo los efectos del vodka.
De repente
todo se puso en silencio. Los chicos escuchaban música con un viejo radio una
emisora de clásicos de rock de los 90s. El radio se detuvo y escucharon la voz
de un hombre que parecía pedir auxilio.
-
¿Escucharon
eso? – preguntó Franco
La voz del
hombre en el radio se cayó y el radio comenzó a emitir un fuerte pitido que se
metió en sus cabezas hasta aturdirlos. De repente en el cielo, un objeto en
llamas irrumpió en la noche. El objeto ardía y viajaba a gran velocidad.
-
¡Va
a estrellarse acá en la montaña! – gritó Said
El objetó
llegó más rápido de lo normal, y emitió una fuerte honda antes de tocar suelo.
Los chicos salieron disparados varios metros, pero no duraron en incorporarse
para inspeccionar de qué se trataba.
-
¡Es
una nave espacial! – exclamó Andres con una voz casi imperceptible.
-
¡Gracias
por hacérnoslo saber señor obvio! – le respondió Franco
Said
caminaba lentamente hacia la nave que yacía cerca de ellos, emanando humo. Las
luces de la nave permanecías encendidas.
-
Y
no será peligroso? –preguntó Andrés
-
Cállate! No seas gallina – le respondió Franco
Ése era su
sueño. Said había soñado con algún día ver una nave espacial en aquella
montaña, sin embargo en sus años de observar el cielo nunca había encontrado
nada del otro mundo. En unos minutos se encontraba ya a escasos metros, parecía
tecnología extraterrestre. Símbolos y dibujos que parecían de otro mundo. Su
mano se dirigió a lo que parecía una compuerta. De repente la misma se abrió
cuando Said la tocó, una nube de humo salió como una ráfaga que lo hizo toser.
Franco y Andrés lo siguieron, y los tres entraron a la nave, como si una fuerza
los llamara, los empujara.
“Bienvenidos
al Génesis” –dijo una voz robótica.
Los
chicos quisieron correr y devolverse, pero las puertas se habían cerrado tras
ellos. Sus caras demostraban ahora terror.
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