V. Venganza

El niño había escuchado a su madre gemir y llorar. Sus gemidos lo habían despertado. El bajo inmediatamente y corrió a auxiliar a su madre. Llegó a su cuarto y abrió la puerta; su madre estaba desnuda balanceándose sobre un hombre extraño, ellos no notaron su presencia. El niño se encontraba congelado, su mente tan inocente no acataba a entender lo que estaba pasando. Luego de un instante se abalanzó sobre aquel hombre extraño a golpearlo, a castigarlo por lo que le estaba haciendo a su madre. Ella soltó un grito que resonó en toda la casa, aquel extraño hombre apartó al niño y se levantó. En cuestión de segundos se vistió.
- Estás loca -dijo el hombre que estaba sumamente enfadado-. Me voy.
La mujer comenzó a llorar y correr tras del hombre que acababa de cerrar la puerta cuando salió. Ella cayó de rodillas y sollozaba profundamente. Su hijo se acercó a consolarla, pero ella lo apartó de un golpe. El lloraba desconsoladamente y seguía sin entender lo que pasaba…

Andre se levantó con el rostro sangrando, los chichos lo golpearon sin piedad. Franco había interferido y evitado que lo golpearan más. En su cabeza giraban sus malos recuerdos de su niñez y las increíbles ganas de marcharse algún día de aquel lugar que tanto odiaba. Repentinamente soltó el llanto. A veces sentía que el peso de su mundo era mucho para el. Sus dos mejores amigos eran los que le habían dado sentido a su desdichada vida. Franco le daba palmadas en la espalda tratando de consolarlo. Pero él no lloraba por su dolor físico, el lloraba porque tenia el corazon roto, su alma en pedazos, era un hombre incompleto. Alfonso ni Franco sufrieron lo que él había pasado pero ellos siempre lo hicieron sentir como un hermano
- Nunca debí haber nacido -dijo Andre mientras secaba sus lágrimas de su rostro.
- Todos venimos al mundo por algo. Todos tenemos una razón para estar aquí.
Las palabras de Franco siempre le habían dado aliento. Él le dijo que soñaba grandes cosas para Andre, que el algún día sería una gran persona.

Todo pasó lentamente por su mente. Era como volver a vivirlo. Gracias a la esperanza que Franco sembró en él, Andre había vivido. Y no solo para tener éxito profesional, graduarse, tener una carrera, enamorarse, irse a vivir junto a una chica. Sino para llevar a cabo la razón por la que él había vivido. Ahora lo comprendía todo, no podía dar la espalda a su amigo Franco ahora que el mas lo necesitaba. El tenía el poder de ayudarle, el poder de cambiar las cosas a su favor, aunque tuviese que sacrificar su propia vida. Ahí delante de él, tenía el mundo en sus manos, el poder de destruir y vengar todo lo que tanto le había causado daño.
- Que se joda el mundo! -dijo con una sonrisa de satisfacción en sus labios

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando despierto, sigo durmiendo...

VI. El poder de los hombres

PREMIO DARDO 2009